El sector marítimo mundial enfrenta un nuevo episodio de incertidumbre luego del anuncio de China de imponer gravámenes portuarios a buques con participación estadounidense, una medida de represalia que entró en vigor este martes 14 de octubre y que podría alterar significativamente el flujo del comercio internacional, reporta Bloomberg.
Según un informe de Jefferies LLC, los tanqueros y portacontenedores serán los más afectados, con cerca del 16% de los tanqueros de productos y el 13% de los que transportan crudo sujetos a los nuevos recargos. Los analistas liderados por Omar Nokta advirtieron que los gravámenes “son lo suficientemente altos como para generar una disrupción considerable, especialmente dada su magnitud”.
La decisión de Pekín se produce tras la entrada en vigor de un gravamen equivalente impuesto por Estados Unidos a naves chinas, dentro de la estrategia del presidente Donald Trump para reducir la dependencia del país respecto de la industria marítima y de construcción naval china.
Escalada comercial y sanciones al sector marítimo
En paralelo a los nuevos gravámenes, China sancionó a las filiales estadounidenses del astillero surcoreano Hanwha Ocean Co., acusándolas de colaborar con investigaciones del gobierno de EE.UU. contra el sector marítimo chino. La medida prohíbe a personas y organizaciones chinas realizar transacciones con dichas filiales, intensificando el conflicto bilateral en vísperas de nuevas negociaciones comerciales.
Las sanciones provocaron una caída de 6,2% en las acciones de Hanwha Ocean, mientras que los títulos de los astilleros chinos subieron, reflejando la expectativa de un mayor impulso estatal a la industria local.
Según el Ministerio de Comercio chino, las filiales de Hanwha “asistieron y respaldaron actividades investigativas del gobierno estadounidense, poniendo en peligro la soberanía y los intereses de desarrollo de China”. Un portavoz de la compañía confirmó que “se está revisando cuidadosamente el impacto comercial” de la medida.
Impacto portuario y riesgo operativo
Los nuevos gravámenes portuarios establecen que una participación de capital estadounidense igual o superior al 25% en la propiedad de un buque bastará para considerarlo de origen estadounidense, lo que amplía drásticamente su alcance. Un armador del mercado calificó la disposición como “una bomba”, debido a las dificultades prácticas para determinar la participación real de capital extranjero en muchas flotas internacionales.
Diversos operadores han comenzado a revisar sus riesgos operativos y suspender reservas, mientras esperan definiciones sobre el procedimiento de cobro. Maersk confirmó que está “evaluando el impacto potencial sobre sus servicios con recalada en puertos chinos” y que informará a sus clientes “una vez exista mayor claridad”.
Los costos proyectados son significativos: un supertanquero podría enfrentar cargos cercanos a US$6,2 millones, un granelero Capesize hasta US$3,8 millones, y un portacontenedores de tamaño medio sufriría recargos de hasta US$180 por TEU en zarpes desde la costa oeste de EE. UU.
Riesgo para el comercio marítimo global
La combinación de gravámenes portuarios, sanciones empresariales y restricciones tecnológicas marca una nueva fase en la disputa marítima entre ambas potencias. Para analistas del sector, el enfrentamiento ya no se limita a aranceles o subsidios, sino que se extiende al control de las cadenas logísticas y al acceso a los puertos más estratégicos del mundo.
Mientras tanto, Beijing evalúa nuevas respuestas al marco de investigación de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU. (USTR), y Washington prepara un paquete adicional de medidas. En un escenario donde más del 80% del comercio mundial depende del transporte marítimo, las repercusiones de esta escalada podrían sentirse en toda la economía global.
“Estamos ante un conflicto que se traslada de los astilleros a los puertos y a las rutas marítimas internacionales”, señaló un analista de Singapur. “El riesgo de disrupciones logísticas y alzas de costos es inminente”.


