La deuda del subsidio a los combustibles: ¿cuáles son los costos de mantenerlo?

El subsidio para el combustible en Colombia cada vez le cuesta menos al Estado. En medio de la emergencia fiscal, recortes, críticas al ingreso tributario y los gastos públicos, el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC) es uno de los que está próximo a sepultarse.

Esta herramienta técnica convertida en una especie de subsidio silencioso, por no decir menos, drenó $57 billones del bolsillo de Ecopetrol en dos años (que ya fueron pagados en 2024), mientras se amortiguaba el impacto de la volatilidad del precio del petróleo y sus derivados. En lugar de trasladar el costo total al consumidor, el Estado absorbe parte de ese diferencial, lo que generó un hueco fiscal que se paga a empresas productoras y comercializadoras (como en el caso de Ecopetrol).

Pero con la caída del precio de los combustibles, hay una luz verde para saldar más rápido el monto pendiente. Según un informe de Corficolombiana, desde enero, la incertidumbre comercial provocada por las tensiones entre Estados Unidos y sus socios estratégicos, sumada a los cambios en la producción de crudo de la OPEP+ y la expansión energética estadounidense, hundió el precio del Brent a niveles no vistos desde hace cuatro años.

A comienzos de mayo, el barril promediaba US$72,3. Pero en apenas cuatro meses, ya había oscilado entre los US$82,5 y los US$60,3, una volatilidad que refleja con precisión el tipo de mundo en el que opera la economía colombiana: uno inestable, interconectado y reactivo.

Pero no es la volatilidad lo que más le preocupa al Ministerio de Hacienda. Es la deuda que crece en silencio.

El subsidio del FEPC se creó como un amortiguador, como ya se explicó, de modo que cuando el precio sube, el Estado cubre los costos; en precios bajos, ocurre lo contrario, los consumidores pagan más que el valor de referencia y ese excedente se acumula como ahorro para el fondo. Es decir, se paga solo.

El problema —y la ironía— es que ni siquiera el petróleo barato resulta ser un verdadero alivio.

Entre enero y abril de 2025, el FEPC ya había acumulado un déficit de $1,9 billones, alerta Corficolombiana. Para fin de año, bajo las proyecciones actuales de la Agencia de Información Energética de EE. UU. (EIA), se espera que el fondo termine con un saldo negativo de $3,8 billones. 

Puede parecer bajo si se compara con el descomunal déficit de $36 billones que arrastró el fondo en 2022, pero sigue siendo una suma considerable, sobre todo cuando el Gobierno intenta hacer malabares para sostener el gasto público sin aumentar los impuestos.

Hay un componente técnico —pero revelador— que ayuda a entender por qué el petróleo barato ha resuelto poco. El precio de la gasolina en Colombia sigue estando $2.129 por encima del precio de referencia internacional, mientras que el diésel (ACPM) continúa $2.874 por debajo. En pocas palabras, lo que el fondo recauda por gasolina apenas alcanza para cubrir parcialmente el subsidio al diésel, una ecuación que se mantiene en números rojos.

Esto, por supuesto, tiene una implicación en los acuerdos con los gremios transportadores luego del paro camionero de septiembre de 2024, cuando se pactó detener aumentos en los precios hasta solucionar problemas estructurales del sector, desde garantías laborales a reglamentaciones.

Para que el FEPC alcance un equilibrio neto, subraya Corficolombiana, el barril de Brent tendría que caer hasta los US$57, manteniendo constantes el tipo de cambio y los precios internos. Pero esa cifra está más cerca de una aspiración que de una tendencia sostenible. Y aún en ese escenario, el equilibrio sería contable, no estructural.

¿Quién paga la factura?

Como en casi todas las crisis fiscales silenciosas, el ciudadano común es quien termina pagando. Solo que esta vez, no con una reforma tributaria (aunque se está cocinando una por la DIAN), sino con una erosión imperceptible del presupuesto público. 

El déficit del FEPC se paga con recursos del Presupuesto General de la Nación, lo que significa menos dinero para inversión en salud, educación o infraestructura.

Además, la dinámica está atrapada en una paradoja. Cada dólar de variación en el precio del Brent implica un impacto de aproximadamente $400.000 millones en el déficit del FEPC. Y si el tipo de cambio varía en $100, el efecto sobre el fondo asciende a $580.000 millones. 

El modelo es tan sensible que cualquier sacudida internacional altera el equilibrio interno, y el Gobierno se ve obligado a improvisar en lugar de planear.

Archivo Original

Compartir:

Entradas recientes

Archivos
Categorías

Deja un comentario

Abrir chat
¿Necesitas ayuda?
Hola
¿En qué podemos ayudarte?