El amoníaco de bajas emisiones está ganando terreno como un combustible alternativo viable con gran potencial para ayudar al sector marítimo en sus esfuerzos de descarbonización, destaca el reporte “Seguridad marítima tendencias 2014-2024. Preparándose para riesgos futuros” de DNV– al que accedió MundoMaritimo, el cual destaca que, a diferencia de los combustibles convencionales, presenta propiedades particulares, como su toxicidad, que exigen protocolos específicos de manipulación y medidas de seguridad rigurosas. No obstante, con diseños de buques adecuados, una capacitación eficaz y una sólida cultura de seguridad, su uso puede ser gestionado con eficacia.
“El amoníaco es una sustancia química que merece respeto, pero no debe temerse. Esto comienza con una comprensión clara del perfil de riesgo, tanto para el diseño del buque como para su manipulación segura”, afirma Laurent Ruhlmann, vicepresidente de HESQ de Yara Clean Ammonia, división de Yara international, responsable del 20% del comercio mundial de amoníaco y uno de los actores principales en esta transición.
Brecha de competencia creciente
“Existe una amplia experiencia en el manejo de amoníaco en tierra durante décadas, que puede trasladarse fácilmente al sector marítimo para ayudarle a cumplir con los próximos objetivos de descarbonización”, sostiene Ruhlmann.
Actualmente hay tres buques propulsados por amoníaco en operación y más de 30 en pedido, según datos de la plataforma Alternative Fuels Insight de DNV. Sin embargo, el desarrollo de programas de capacitación específicos para su uso como combustible marino ha sido lento. Esto ha generado una brecha de competencia creciente, ya que los marcos formativos actuales, diseñados para otros combustibles alternativos como el GNL, no consideran las características específicas del amoníaco.
Seguridad operacional y expansión del uso del amoniaco
De acuerdo con DNV, la implementación segura del amoníaco en el sector marítimo requiere no solo medidas técnicas, sino también un enfoque humano y organizativo. “Las medidas técnicas de control de seguridad incorporadas al buque, la integración de los factores humanos en el proceso de diseño y las normas técnicas de clasificación son la base para gestionar los riesgos”, explica Kirsten Strømsnes, directora de Desarrollo de Negocios de DNV Maritime Advisory.
Por ello, el personal tanto a bordo como en tierra debe comprender a fondo las barreras de seguridad, su mantenimiento y las posibles consecuencias de su fallo.
Erlend Erstad, consultor sénior de DNV Maritime Advisory, resalta que “las normativas sobre combustibles alternativos proporcionan una base sólida para el manejo del amoníaco, pero requieren un marco adaptado a su toxicidad”.
En ese sentido, DNV, con la colaboración de empresas como Yara, Wärtsilä, Kongsberg y Bernhard Schulte Shipmanagement, ha desarrollado una Práctica Recomendada (PR) para guiar el desarrollo de competencias, protocolos de seguridad, evaluación de riesgo y programas de capacitación
La creciente demanda de amoníaco como combustible podría duplicar o triplicar la producción global en los próximos 20 a 30 años. Esta proyección hace aún más urgente la necesidad de establecer normas de seguridad claras. “El amoníaco es tóxico, pero esto debe gestionarse mediante barreras técnicas como base principal. Además, el personal debe recibir capacitación adecuada, y el sistema de gestión de seguridad debe adaptarse al nuevo combustible”, enfatiza Erstad.
Ksenia Zakariyya, Manager, Yara Clean Ammonia, destaca que se necesita un enfoque basado en el riesgo: “Es fundamental realizar evaluaciones de riesgos específicas para definir barreras técnicas, operativas y organizativas que controlen eficazmente los riesgos a lo largo del ciclo de vida del buque”. Esto incluye capacitación especializada, planes de emergencia basados en escenarios realistas y una comprensión profunda del perfil de peligrosidad del amoníaco.
Rol de los Estados de abanderamiento
DNV destaca que el Plan de Reconocimiento desarrollado a partir de la PR ofrece una hoja de ruta clara para la creación de cursos específicos de formación sobre amoníaco. Su objetivo es asegurar que toda la tripulación esté calificada para manejar este combustible de manera segura. También sirve como base para la planificación de competencias, los manuales operativos y la revisión de los sistemas de gestión de la seguridad, y puede ser utilizado por terceros para certificar programas formativos.
En ese sentido, los Estados de abanderamiento juegan un rol fundamental al aprobar la competencia operativa antes de permitir la operación de buques con nuevos combustibles. Referenciar este plan en sus directrices puede ayudar a uniformar la adopción de normas de seguridad.
El futuro del amoníaco como combustible marino
El uso seguro del amoníaco exige una mentalidad distinta. “Debe tratarse con respeto, garantizando diseños seguros, una cultura de seguridad proactiva y detección temprana de fallos”, concluye Strømsnes.
El futuro del amoníaco en el transporte marítimo dependerá de marcos regulatorios claros y de una colaboración estrecha entre productores, reguladores y operadores. En última instancia, serán los armadores quienes deberán aplicar estas medidas a bordo para cumplir con los objetivos de descarbonización establecidos por la OMI.